ADOLFO ARIZA
ANTES NO GRITABAS TANTO
No hay que buscar la causa en los dos centímetros que me hice alargar en mi último viaje a Europa en el verano pasado.
Quizá todo se deba a la presencia del tsunami devastador que procreamos hace dos años, que aprendió a caminar en septiembre, y que riega su comida por toda la casa; vuelca los potes de polvo, exprime los tubos de crema, y te grita “¡mami!”, para que observes como ejecuta sus pasos de equilibrio sobre los muebles de la sala.