CARLOS ALBERTO VALLE SÁNCHEZ
 
Un Canto a la Vida y al Amor
 
     
 
 
 
 
   
 
 
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JAHEL GUZMÁN VÉLEZ

Jahel Guzmán Vélez nació en Urrao el 16 de febrero de 1933, hija de Francisco Luis y Raquel. Hizo estudios primarios en su pueblo natal, y los secundarios, en el Instituto Central Femenino de Medellín; realizó cursos de periodismo en la Biblioteca Pública Departamental, en Cali, donde tuvo profesores como Raúl Echavarría Barrientos, José Gers y Paco España, entre otros; fue profesora de primaria, por varios años, en el colegio Santa Ana, de la capital del Valle. Contrajo matrimonio con Héctor Henao, quien le apoyó en sus aventuras literarias; son sus hijos: Héctor Augusto, Alejandro, Luis Darío, Líli y Ana María.
Es nuestra mejor poeta; su primer obra,”El Carbonero”, la escribió a muy temprana edad; se dio a conocer, en 1984, con Poemas De La casa del Campo, un precioso libro, editado para conmemorar los 150 años de Urrao como municipio y cuyos fondos fueron donados por ella para el Centro del Adulto Mayor, posteriormente publicaría Del Corazón Al Recuerdo.
Los temas que trata tiene que ver con la familia, la infancia, el pueblo y el campo, a su obra se ha referido Jorge Robledo Ortiz quien, en su artículo “Poemas Con Sabor a Tierra”, dice cosas como “en los poemas de Jahel hay un olor penetrante de tierra mojada, de tierra urraeña anegada por el Penderisco, de tierra cercada por talanqueras de guadua y de recuerdos”.
Igualmente Eduardo Arroyave Vélez la llama “Jahel, una alondra “ y añade: “en el precioso hechizo de sus deliquios de escritora hay que llegar a ella para leer sus versos, saborearla en sus piropos donde se entrega en pétalos de cariño a su abuela; o gustarla en la magia de sus amores por los campos de su heredad nativa, ebria para sus gustos de todas las aromas, donde sabe volcar la miel de sus cantares, porque como una fruta, como una manzana que madura ante el sol y que exige el afán del picoteo de los pájaros, sus poemas nos piden el placer de gustarlos. Cuando habla ella de los tréboles de sus praderas consentidas, una colina de rosales nos da la sensación de que ha florecido”.
Y Gonzalo Cadavid Uribe escribió:”aquí en esta poesía se realiza la unión intima del recuerdo y de la palabra. Los viejos caminos, los ancestrales lares ya carcomidos de tiempo, los paseos donde las muchachas iban a jugar con la risa y a vanagloriarse con la esbeltez jubilosa de la adolescencia, los viejos que se quedaron un día a mitad de una oración porque la muerte segó las palabras, todo ello requiere este lenguaje sin decadentismos, este vocabulario sin oropeles ni bisuterías de falso modernismo. Resolvió aquí la infancia ponerse a cantar y cantó como solo ella sabe”.
Fue seleccionada por la Biblioteca Pública departamental de Cali para las narraciones de cuentos infantiles.