CARLOS ALBERTO VALLE SÁNCHEZ
 
Un Canto a la Vida y al Amor
 
     
 
 
 
 
   
 
 
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JULIO FLÓREZ ROA

El poeta colombiano Julio Flórez Roa (1867-1923) nació en Chiquinquirá (Boyacá), el 22 de mayo de 1867. Hijo del médico y político Policarpo María Flórez, y de la señora Dolores Roa. Desde muy joven se trasladó a Bogotá, donde estudió en el Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario, aunque hubo de interrumpir su estudio por motivos socio-económicos. Se mezcló con las corrientes literarias que dominaban la época: el romanticismo de Gustavo Adolfo Bécquer y de Víctor Hugo, quien fue el más supremo modelo de Flórez.
De humilde cuna y víctima de una pobreza que solamente lo abandonaría en cortos plazos de su vida, Julio Flórez vivió en un entorno caótico. Hechos como las guerras civiles de los liberales y conservadores, la guerra de los mil días y la desmembración de Panamá, influenciaron su poesía hasta convertirla en un reflejo del pensamiento popular de Colombia a principios de siglo XX. Es por esto que su poesía está impregnada de desesperanza, tristeza y desilusión.
Perteneció a una sociedad denominada La gruta simbólica y fue muy reconocido en todas las partes que visitó. Sus versos fascinaban a la gente al punto de que muchos de ellos pertenecían a la sabiduría popular y todavía en algunos lugares de Colombia, subsisten como tal. Sin embargo, Flórez no fue un poeta premiado, como sí lo fueron muchos de sus contemporáneos. El único título que ostentaba era el de poeta.
Tras abandonar el país en 1904 por causas políticas (la ascensión del dictador Rafael Reyes Prieto al poder), se dirige a México, donde es recibido con alborozo. Más tarde, viaja a Cuba y, después, a España, donde sus versos también son elogiados. A su regreso a Colombia, Flórez se instala en Usacurí (Atlántico), donde, se dedica al cuidado de sus cinco hijos (León, Lira, Cielo, Divina Alegría y Hugo). Cerca al día de su muerte, fue sacado de su casa moribundo y transportado a una tarima para que escuchara los ecos de la gloria y recibiera, entre otras cosas, una araña de oro, un crucifijo y un haz de laurel. (Haga clic aquí para leer un artículo de la época sobre este homenaje). Aplaudido por la gente y en condiciones de gran humildad, pero por primera vez tranquilo, fallece el 7 de febrero de 1923.