RAMIRO LAGOS
CRISTO ROTO DE LA CALLE
En la calle lo vendían
por dos cobres: lo recojo
del asfalto y era un libro
titulado El Cristo Roto.
Fue un libro, casi Evangelio,
rota su pasta y le noto
manchas de sangre en sus páginas,
doy de ello testimonio.
Fue en la calle abandonada
de Santa Fe, y con asombro,
veo al Cristo derribado
de su madero, hecho polvo.
Miro al cerro Monserrate
Y sigo mirando hondo,
donde nadie ve la angustia
del nacional episodio.
En barridas y tugurios
yo le rezo mi responso
al Cristo de la miseria
al Cristo de los escombros.
Yo escucho los cuatro vientos
donde se enfrentan los odios
de los de arriba y abajo
frente al mandatario sordo.
Hay violencia en el plantío
con económicos logros
de esbirros y explotadores,
y hasta violento es el cóndor.
No quieren verlo rebelde
ni predicando en sus foros,
al Cristo del campesino
sin tierras y sin abono.
No quieren verlo en la audiencia
pacíficamente solo,
defendiendo sus derechos
Los jueces, que más que jueces,
son peritos en negocios,
se niegan a darle audiencia
se niegan a darle apoyo.
Al Cristo de Monserrate
suben y bajan los rolos
harapientos de la calle
con los gamines en corro.
El Cristo los mira, mira
con triste mirada y lloro
y llueve lágrimas grises
el cielo con llanto lóbrego.
Del libro que vi en el suelo
abandonado entre escombros,
con una imagen de Cristo
yo vengo a dar testimonio.
¡Ay! Cristo de las angustias
Cristo andino del expolio
Cristo ennegrecido y triste
Cristo cayéndose a trozos.
Te silencian y te ultrajan,
cercenan tu voz de apóstol
y más caído, te oprimen
y te despojan de todo.
Con Cristos en cada esquina
de la América me topo,
pidiendo por Dios limosnas,
¡por Dios!, me sangro los ojos.