PEDRO ARTURO ESTRADA
MERLÍN
Es de nuevo un tiempo obtuso, chato,
Un tiempo feroz, ya se sabe, y callas
Bajo el hechizo que aún te retiene junto al espino blanco.
Callas aún mientras los hombres
Hacen la guerra como el amor,
Ya sin gloria y sin pena,
Más con la antigua estupidez de siempre.
Un tiempo hosco en el cual tu leyenda
Ni a los niños importa y la magia se ensaya
Fríamente en silicio o electrón.
Hemos desprestigiado tu poder con palabras vacías,
Hemos despojado el secreto de tu nombre hiperbóreo,
Olvidado la claridad que irradiaban tus ojos
En los que se veía el porvenir.
Cruzamos hoy enormes autopistas entre ciudades perfectas
Pero carentes de misterio
Habitadas en cambio por el miedo,
Un miedo prosaico y rutinario
A la medida de nuestra mezquindad.
No pueblan más la noche los terribles endriagos,
Los verdes caballeros de la muerte,
Y nuestras pesadillas son sólo provocadas
Por exceso de comida y preocupaciones banales.
Nadie reconoce ahora a la gran Bruja Señora de las Tinieblas,
Propiciadora de encantamientos y visiones.
Son otros los que buscan esa región plutónica:
Racionales laboratoristas cuya asepsia es ajena
Definitivamente a las cocinas alquimistas.
Diligentes profesores revelan hoy sin complicaciones
Los más cerrados enigmas del ser y la materia.
Es el reino absoluto y práctico del número y la línea
En el que los poetas no sabemos cantar.
No somos ya los ollaves magníficos
Ni aquellos sacerdotes de entonces cuyo verso era oráculo.
Es un tiempo feroz, brillante empero
Como las amplias avenidas que conducen
Mansamente al final de todo sueño.
Sólo tu sombra conjuraría la fuerza genitora de edades y hombres
Más allá de este olvido,
Este pequeño y triste Camelot baldío
Cuyas últimas ruinas se disputan
Las ratas.