ARBEY LONDOÑO
A MI AMIGO GONZALO Y HERMANOS CON CARIÑO
Doña Herminia, tú no has muerto, aún vives en el rostro de tus hijos.
Que dolor dejo tu ausencia hasta las rosas se han marchitado pero el manantial de lo que fue tu vida nunca morirá, seguirá latente en nuestros corazones y nadie sabrá que te fuiste un día, porque entregaste toda esa visa en aras del amor, y el que se entrega así de esa manera nunca morirá.
Solamente te alejaste para decirnos adiós eternamente pero en compañía de un adiós amante.
Hoy se fue una luz, se una madre.
Se fue una esposa y la esperanza plena,
Se fue la esencia y el aroma perfumado,
Y se fue un corazón y un alma buena.
Y te fuiste a tu destino y encontraste alegrías plenas.
También encontraste a Dios acariciando tu vida,
En espíritu de ensueño fugaz del infinito,
Con la identidad de un Dios que te cuida.
Y dejaste unos hijos que te amaron y aún te aman,
Y un esposo que nunca vio otra luz, si no la de tus ojos,
Que cuando sonreían, o de i proviso radiante estaban,
Era porque estaban ante Dios, de hinojos.
Y ellos tus hijos y tu esposa, convirtieron el dolor en alegría,
Porque ya sabían que estabas, en su corazón.
Y sabían que ya ellas reflejo de Dios, en lo divino,
Y porque ya recibiste de Dios su bendición.