ANA FRANCISCA RODAS IGLESIAS
ANTÍDOTO
Atavío de luces encendido en umbrales
¡Acúdeme!
cuando la noche apague
cuando rompa el desvelo bajo esta gota
quemada en tu beso.
No hay cielo sobre la esfera invertida
si pisas el frenesí, desde la coronada encina
inmóvil y férrea
tibia y callada al remolino ardiente en su centro.
Longitud que nunca alcanzas a medir este aguacero
desbordando océanos en mi nombre.
Sin pausas,
sin pausas que el tiempo me baila la sombra
desde el oráculo inmisericorde de la muerte.
Qué corcel vadeó las cometas sumergidas de sueños.
Quién, respiró mis vientos apostillados de sal y bruma
desde la venda que pretendió el letargo a la existencia.
Qué espada, cortó la noche.
Fue poca la inmensidad
nos supo a poco
y fuimos antídoto donde el áspid inoculó la sangre a los ríos.
No te buscaba y me volcaste…
El fruto, ha madurado despacio
(muérdeme)
que anuncio un temporal resonando campanas
al puerto de tu boca.