CARLOS ALBERTO VALLE SÁNCHEZ
 
Un Canto a la Vida y al Amor
 
     
 
 
 
 
   
 
 
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EPIFANIO MEJÍA

LAS HOJAS DE MI SELVA

Ya prisionero y maniatado y triste
sobre la tierra quejumbroso brama
el más hermoso de la fértil vega
blanco novillo de tendidas astas.

Llega el verdugo de cuchillo armado;
el bruto ve con timidez el arma;
rompe el acero palpitantes nervios;
chorros de sangre la maleza esmaltan.

Las hojas de mi selva
Son amarillas
Y verdes y rosadas
¡Qué hojas tan lindas
Querida mía
¿Quieres que te haga un lecho
De aquellas hojas?

De bejucos y, musgos
Y batatillas
Formaremos la cuna
De nuestra Emilia:
Cunita humilde
Remecida a dos manos
Al aire libre.

De palmera en palmera
Las mirlas cantan,
Los arrollos murmuran
Entre las gramas
dulce hija mía!
Duerme siempre al concierto
De aguas y mirlas.

Gallinetas reales
De canto dulce
Guardan en la hojarasca
Huevos azules…
Perlas del bosque
Que lleva a los altares
La gente pobre.

Los altivos monarcas
En sus palacios
Con diamantes adornan
Los mismos cuadros.
Hija, !sé libre!
Busca siempre la choza
Del hombre humilde.

En mi selva penetran
Del sol los rayos,
Mariposas azules
Pasan volando;
Sobre sus alas
Brilla el blanco rocío
De la mañana.

Siete-cueros, uvitos
Y amarrabollos
De botones y flores
Visten sus copos,
De ramo en ramo
Los cupidos al aire
Vuelan libando.

Por angostos caminos
De tierra y hojas
Pasan negras hormigas
Unas tras otras,
Para sus casas
Llevan verdes hojitas
En sus espaldas.

Sobre campos de flores
Revolotean
Susurrando apacibles
Rubias abejas,
Miel exquisita
En el hueco de un árbol
Todas fabrican.

Entre dragos y dragos,
Chilcos y chilcos
Las arañas pasando
Tienden sus hilos,
Fabrican nuevas…
!Maquinistas de Europa,
Venid a verlas!

Entre cedros y robles
De verdes copas
El yarumo levanta
Las blancas hojas;
Patriarca anciano
Que en trono de esmeraldas
Vive sentado.

Adorno de los campos,
Flores humildes
Que nacéis en mi selva,
Solas y libres;
La noche os riega,
El sol os ilumina,
Nutre y calienta.

Oasis escondidos
Bajo las palmas
Olorosos jardines
De mis Montañas:
Para mi esposa,
Para mi dulce Emilia,
Tejed coronas.

En las frentes altivas
De las Cleopatras,
Resaltan sobre el oro
Las esmeraldas.
Hija sé buena!
Busca siempre las flores
Que hay en mi selva.