EPIFANIO MEJÍA 
			
            
            LA MUERTE DEL NOVILLO
              Ya prisionero y maniatado y triste 
                sobre la tierra quejumbroso brama 
                el   más hermoso de la fértil vega 
                blanco novillo de tendidas astas. 
              Llega el verdugo de   cuchillo armado; 
                el bruto ve con timidez el arma; 
                rompe el acero   palpitantes nervios; 
                chorros de sangre la maleza esmaltan. 
              Retira el hombre el   musculoso brazo; 
                el arma brilla purpurina y blanca; 
                se queja el bruto y   forcejando tiembla, 
                el ojo enturbia... y la existencia exhala. 
              Remolineando por el aire,   vuelan 
                los negros guales de cabeza calva; 
                fijan el ojo en el extenso   llano 
                y al matadero, desbandados, bajan. 
              Brama escarbando el   arrogante toro 
                que oye la queja en la vecina pampa, 
                y densas nubes de   revuelto polvo 
                tira en la piel de sus lustrosas ancas. 
              Poblando el valle de   bramidos tristes 
                corre el ganado por las verdes faldas, 
                huele la   sangre... y el olor a muerte 
                quejas y gritos de dolor le arranca. 
              Los brutos tienen corazón   sensible, 
                por eso lloran la común desgracia 
                en ese clamoroso de   prdeundis 
              que todos ellos a los vientos lanzan.