EDMUNDO TORREJÓN JURADO
TERTULIA A TU BLASÓN
Para Sergio Bernardo
Hijo
Cuando al orbe
Eche a andar tu cause
Y zarpes de éste oasis:
Espigones de espíritu y de fuego-,
Vehemente raciocinio
Que esculpí en tu sino:
¡Sé ante todo libre!
Ignora todo código
Que pretenda anclarte
A la pequeñez de nadie.
Encuentra aún, gentil,
En el río sutil de las desesperanzas
La aurora de tu paz
Y siempre tus verdades.
(El temple de la roca es inmortal
Hasta que el hombre-genio
Modela sus estirpes)
Objeta siempre el cause
De los discretos pasos
Y la ineptitud eterna
De los susurros cautos.
Esgrime las palabras
con la Cruz de frente;
El dogma y el ritual
Son sólo circunstancias:
¡La arena del océano!...
Encuentra tu solaz
Sobre el pupitre
Del profundo quehacer de los sentidos
Y heredarás un tiempo
De cobijar banderas.
Registra el agrio cálculo
Recordando siempre
Que a pesar del axioma
Teorema del sofisma
Habrá perpetuo trigo
Espigando sus dones
Y habrá niños bebiendo
La eternidad de un pecho.
Y cuando el sordo pan
Se transmigre en misterio
Para las muchedumbres
Y para algunos sea
Tal vez un simple acaso
superficial y absurdo,
Agradece varón
Por ser un convidado
¡En la rústica mesa de los desamparados!.
Habita el hombre-artífice
Mansiones sin frontera
Agreste sucesión de signos interiores-
Y tu siembra traerá
El fruto sempiterno
De la palabra plena.
Cuando el tarot del triunfo
Pretenda interrogarte,
Pesca la cábala en tus redes
Y séllala en la Biblia
Del labrar sencillo.
Huye de los límites
Absurdos, insaciables;
Tal vez fue el pecado
Capital del hombre
Poner límite a su pan y sus alforjas.
Atrapa los designios
En las arias del viento
Que nunca es igual
Ni siquiera a sí mismo
Ni marca el mismo día en ningún calendario.
Y cuando el tiempo sea
Apenas un arpegio
de vientres en potencia,
Reclama de las vides:
La vida,
El canto frágil,
El paso substancial,
¡La alianza de los brazos!...
Aclama el silabario
De la letra estricta
Y estalla tu crucial envergadura
En el mar de algún canto
Que justifique el hombre.
Y cuando al final del tiempo
Encuentres el Grial,
La vera del ideal:
¡Ninguna melodía
Habrá de sofrenar
Tus voces interiores!...