LUJURIA
Su cabello fino,
negro como el azabache
caía desordenadamente en su cara,
recostada en su almohada
de color azul cielo,
que servía como apoyo
a aquel rostro bello y angelical
que lucía ella, en aquel momento.
Estaba plenamente feliz,
satisfecha y realizada como mujer,
después de haber concluido con éxito rotundo,
una relación coital.
Ella, tierna y frágil, ingenua e inexperta
y él...el amante ideal,
el que sabe la práctica de amores
y aplica sin dolores, para poder gustar.
Ella, abre el sésamo de su entrepierna
y lo atrae hacia sí, con ternura sin par;
él, introduce la daga de su boca caliente
y empuja con lujuria, pero con suavidad.
Ella, jadea bruscamente
y siente unos calores a su cara llegar
mientras él, tierno y generoso
lame suavemente, la húmeda cavidad.
Un espasmo, un quejido, un sollozo
se escapa a su pesar,
mientras la sabana queda impregnada
y hasta mojada, del líquido vaginal.