HISTORIA TRISTE
Estaba desprevenido sentado en la silla del bus,
sin ni siquiera fijarme en mi compañero de viaje.
Pensaba en no se que cosas, que cruzan por mi cabeza;
quizá hasta en la bajeza, de la gente del común.
Por el rabillo del ojo vi. que el hombre me miraba
y en sus labios se notaba como un rictus de tristeza;
yo levanté la cabeza y lo miré frente a frente,
le sonreí y al hacerlo, él se destencionó;
al instante mencionó que iba en busca de trabajo
porque el hambre como un tajo, el estomago le carcomía.
Empezamos a conversar sobre distintos augurios,
por la falta de oportunidad que al pobre hoy acompaña,
porque la suerte se ensaña, con uno y otro a la vez.
Al poco la conversación se va haciendo más confiable
y entonces comenzó a contarme, de la siguiente manera:
Vengo huyendo de mi pueblo, dejando a mis tres hijitos,
casi como huerfanitos, allá solos los dejé,
porque hoy hace ocho días al llegar a mi morada,
no sabia de la parada, que me jugaría el destino.
No me juzgue mi vecino si una lágrima ve brotar,
pero le voy a contar a usted que es hombre serio,
y le agradezco el consejo, que a bien me pueda brindar.
Ya le dije tengo hambre y estoy decepcionado,
por esto que me ha pasado y no puedo comprender,
porque encontré a mi padre, en mi cama…con mi mujer.
La sangre hirvió en mis venas, mis puños cerré con fuerza,
fui cobarde le aseguro…los vi y me dí la vuelta.
Hoy me ve pobre y vencido, con hambre y sin trabajo,
quiero volver a mi pueblo y cobrar de un sólo tajo.
Qué me aconseja señor…por favor, diga qué hago?
Está bien que vuelva al pueblo, pero no a cobrar venganza
sus hijos lo necesitan libre y con esperanza;
aclare la situación ante DIOS y ante la ley,
le aseguro que ante todos…quedará usted, como un rey.