HÉCTOR JOSÉ CORREDOR CUERVO
INVIERNO EN VIRGINIA
Ya se apagó el fuego de las arenas
que quemaba dolores y sufrimientos
y las playas están ya abandonadas
con la tristeza y soledad por dentro.
Ya se cayeron las hojas de colores
de los árboles que maduró el tiempo
y volaron los alegres ruiseñores
a buscar en otros lares el sustento.
Ya la nieve se posó sobre las cumbres
y los destellos del sol ya no calientan;
ya cambiaron los humanos las costumbres
y en los prados las ardillas se alimentan.
Ya no murmullan las aguas caudalosas
ni se observan las espumas en riberas
quedan tan solo las aves amorosas
que se mueren de pasión entre quimeras.
Ya las corrientes están petrificadas
y las lanchas detenidas bajo el cielo
esperando las mañanas soleadas
que derritan con el sofoco el hielo.
Ya volaron ilusiones y desvelos
de salir a visitar los monumentos
y tan solo reverdecen los anhelos
de que vuelva a brillar el firmamento.
Mas en los hogares ya brota la alegría
y se engalanan con luces y festones
para esperar con deleite y fantasía
la llegada del niño y los pastores.