SILVIO VÁSQUEZ GUZMÁN
LA SILLA DE MI PADRE
A la memoria de mi padre
Aquí en tu vieja silla reclinable
te añoran mis recuerdos...
tu fuerza de hombre sabio
impregna mis silencios,
y aviva mis nostalgia.
De ti aprendí las cosas de la vida,
mirando al Dios sublime en las mañanas
con aquella oración que me enseñaste:
que Dios está visible hasta en las lágrimas,
Fuiste roble tenaz en el ejemplo
y bambú vibrador en la amenaza;
fuiste tierno y sutil con las mujeres...
y en el jardín que a diario cultivabas
siempre las comparabas con las rosas;
sin permitir que alguno las tocara.
Te enfrentaste a penurias indecibles
por levantar tus hijos,
pero ellos respondieron a tu hazaña,
Bebiste en una copa, tu amargura
y libaste la miel de la bonanza;
fuiste riel, fuiste ave, fuiste espuma
Y fuiste timonel de la esperanza.
Prometeo en cadenas fuiste a veces,
pero buitre jamás, por tu templanza.
Derribaste montañas en la siembra
y abrevaste en los libros la sustancia,
fuiste maestro en todos tus deberes
y maestro también en la confianza...
y serás mi maestro porque ahora
muy cerca estás del germen de mi sabia.
Fuiste la tempestad... y fuiste trueno...
y fuiste vino, dignidad y el agua.
Aquí en tu vieja silla, me reclino,
a seguir recreando mi nostalgia.