CARLOS ALBERTO VALLE SÁNCHEZ
 
Un Canto a la Vida y al Amor
 
     
 
 
 
 
   
 
 
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LA SILLA DE MI PADRE

A la memoria de mi padre

Aquí en tu vieja silla reclinable
te añoran mis recuerdos...
tu fuerza de hombre sabio
impregna mis silencios,
y aviva mis nostalgia.

De ti aprendí las cosas de la vida,
mirando al Dios sublime en las mañanas
con aquella oración que me enseñaste:
que Dios está visible hasta en las lágrimas,

Fuiste roble tenaz en el ejemplo
y bambú vibrador en la amenaza;
fuiste tierno y sutil con las mujeres...
y en el jardín que a diario cultivabas
siempre las comparabas con las rosas;
sin permitir que alguno las tocara.

Te enfrentaste a penurias indecibles
por levantar tus hijos,
pero ellos respondieron a tu hazaña,

Bebiste en una copa, tu amargura
y libaste la miel de la bonanza;
fuiste riel, fuiste ave, fuiste espuma
Y fuiste timonel de la esperanza.

Prometeo en cadenas fuiste a veces,
pero buitre jamás, por tu templanza.

Derribaste montañas en la siembra
y abrevaste en los libros la sustancia,
fuiste maestro en todos tus deberes
y maestro también en la confianza...
y serás mi maestro porque ahora
muy cerca estás del germen de mi sabia.

Fuiste la tempestad... y fuiste trueno...
y fuiste vino, dignidad y el agua.
Aquí en tu vieja silla, me reclino,
a seguir recreando mi nostalgia.