AUGUSTO ENRIQUE RUFINO
RENACER
Eran los días del naufragio,
de invierno y llovizna.
Cuando el dolor era una celda
y la renuncia inminente.
En la línea imperceptible
entre el día y el ocaso.
Como silencio sin rumbo
y amaneceres sin destino…
y allí estaban tus manos extendidas,
salvadoras,
cálidas.
Para recordarme la luz,
la esperanza,
el amor…