CARLOS ALBERTO VALLE SÁNCHEZ
 
Un Canto a la Vida y al Amor
 
     
 
 
 
 
   
 
 
POETAS PREFERIDOS
POETAS AMIGOS

Abelardo Cano

Adolfo Ariza

Alberto Abrego

Angela Penagos

Anna francisca Rodas Iglesias (Tuti)

Arbey Londoño

Augusto Enrique Rufino

Benigno Rodriguez

Carolina Valle

David Altamirano

Edmundo Torrejón Jurado

Emilie Gully

Georgina Cuartas

Graciela Paoli

Hector Ivan Piedrahita

Héctor José Corredor Cuervo

Hermilda Chavarria

Hernando Ardila

J. Abelardo Cano S.

Jahel Guzman

Jaime Cardona Hernandéz

Jorge Ignacio Gomez

Juan Pomponio

Leo Zelada

Luís Arias Manzo

Luís Florez Berrío

Lu Pezañha

Maria Cecilia Estrada Bedoya

Maria Cristina Moyano

Mario Ramirez

Mario Ramón Mendoza

Mary Liz Castro Franco

Mauricio Vanegas

Miguel Árcangel Valle

Miryam Seggiaro

Natalia Cruz

Pedro Arturo Estrada

Rafael Ángel Vélez Posada

Ramiro Lagos

Rubén Darío Álvarez

Salvador Pliego

Silvio Vásquez Guzman

Susana Lobo

Xímena Rívas

Xoán A Leiceaga Baltar

Yuliana Betancur

MANUEL ACUÑA

NOCTURNO A ROSARIO

I

¡Pues bien!, yo necesito
Decirte que te adoro,
Decirte que te quiero
Con todo el corazón;
Que es mucho lo que sufro,
Que es mucho lo que lloro,
Que ya no puedo tanto,
Y al grito que te imploro
Te imploro y te hablo en nombre
De mi última ilusión.

II

Yo quiero que tú sepas
Que ya hace muchos días
Estoy enfermo y pálido
De tanto no dormir;
Que ya se han muerto todas
Las esperanzas mías,
Que están mis noches negras,
Tan negras y sombrías,
Que ya no sé ni dónde
Se alzaba en porvenir.

III

De noche cuando pongo
Mis sienes en la almohada,
Y hacia otro mundo quiero
Mi espíritu volver,
Camino mucho, mucho
Y al fin de la jornada
Las formas de mi madre
Se pierden en la nada,
Y tú de nuevo vuelves
En mi alma a aparecer.

IV

Comprendo que tus besos
Jamás han de ser míos;
Comprendo que en tus ojos
No me he de ver jamás;
Y te amo, y en mis locos
Y ardientes desvaríos
Bendigo tus desdenes,
Adoro tus desvíos,
Y en vez de amarte menos
Te quiero mucho más.

V

A veces pienso en darte
Mi eterna despedida,
Borrarte en mis recuerdos
Y huir de esta pasión;
Mas si es en vano todo
Y mi alma no te olvida,
¿Qué quieres tú que yo haga
Pedazo de mi vida?
¿Qué quieres tú que yo haga
Con este corazón?

VI

Y luego que ya estaba
Concluido el santuario,
La lámpara encendida
Tu velo en el altar,
El sol de la mañana
Detrás del campanario,
Chispeando las antorchas,
Humeando el incensario,
Y abierta allá a lo lejos
La puerta del hogar...

VII

¡Qué hermoso hubiera sido
Vivir bajo aquel techo.
Los dos unidos siempre
Y amándonos los dos;
Tú siempre enamorada,
Yo siempre satisfecho,
Los dos, un alma sola,
Los dos, un solo pecho,
Y en medio de nosotros
Mi madre como un Díos!

VIII

¡Figúrate qué hermosas
Las horas de la vida!
¡Qué dulce y bello el viaje
Por una tierra así!
Y yo soñaba en eso,
Mi santa prometida,
Y al delirar en eso
Con alma estremecida,
Pensaba yo en ser bueno
Por ti, no más por ti.

IX

Bien sabe Díos que ése era
Mi más hermoso sueño,
Mi afán y mi esperanza,
Mi dicha y mi placer;
¡Bien sabe Díos que en nada
Cifraba yo mi empeño,
Sino en amarte mucho
En el hogar risueño
Que me envolvió en sus besos
Cuando me vio nacer!

X

Esa era mi esperanza...
Mas ya que a sus fulgores
Se opone el hondo abismo
Que existe entre los dos,
¡Adiós por la última vez,
Amor de mis amores;
La luz de mis tinieblas,
La esencia de mis flores,
Mi lira de poeta,
Mi juventud, adiós!