CARLOS ALBERTO VALLE SÁNCHEZ
 
Un Canto a la Vida y al Amor
 
     
 
 
 
 
   
 
 
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A. R.

Se vieron lentamente, y lentamente
Una, mirada en otra se infiltró;
El creyó ser amado; ella, inocente,
Sintió en el pecho su primer amor.

El a su amor no le pidió más armas
Que darle a su mirada su poder,
Y ella tan sólo contestó en miradas
Lo que en los ojos deletreó en él.

En ambos hasta aquí fue el amor santo,
Mudo cambio de fuerza y sumisión,
De una alma con otra alma puro pacto
Que santifica y atestigua Dios.

Empero, se siguieron las promesas
Que un mundo de esperanza hacen brotar,
Y ella, inocente, adormecida en ellas,
Tuvo sueños de amor... sueños no más.

Si al despertarse el que confiado duerme
Halla robado el bien con que soñó,
¿En dónde está la pena que merece
El corazón que engaña a un corazón?

La sociedad con risa o con silencio
Va a coronar la frente del infiel,
Y avergonzada se sonríe muriendo
La víctima que es mártir de su fe.

Pasáronse los días y los meses,
Y ella recuerdos tiene y nada más...
Si el amor que no avanza retrocede,
Ella del mudo amor es libre ya.

Si hoy hay otro que la ama y se lo dice
(Amar en la mujer no es elegir)
Y ella afectuosa su propuesta admite,
Hace muy bien en proceder así.

Y ¿quién habrá que pueda motejarnos
Porque un engaño el corazón sufrió?...
Aunque no es más ardiente, sí es más santo
Y dura más nuestro segundo amor.