LUIS ARIAS MANZO
AGUALUNA XIV
Amor de agualuna, hace unos días tuve un sueño;
Estábamos en un bosque de árboles nativos
Éramos un grupo de guerreros y guerreras,
Luchábamos por causas justas y divinas,
Y de pronto vino la asonada,
Éramos presa de una emboscada
De donde nadie salió con vida,
Fuimos salvajemente asesinados,
Pero antes tuvimos tiempo para un pacto
El que todos con nuestra sangre firmamos.
Pasaron los años y los siglos,
Las edades de los calendarios,
Vinieron las guerras y las ocupaciones,
La blasfemia de las leyendas de los ancestros,
Y la impostura de los verdaderos guerreros,
Las masacres y los golpes de Estado
Las torturas y los crímenes sin nombre,
Como si hubiesen sitiado al mundo,
Todo lo veía en una secuencia de imágenes
Que desangraban mi nombre.
De pronto apareció la luz apagada por los años.
Era una mirada conocida y sufrida por el tiempo.
Me tomó la mano, la apretó hasta doler.
Te estaba buscando, me dijo.
Te he buscado y por fin te encuentro.
Sabes, ya estamos todos de vuelta,
Ya todos estamos cumpliendo con el pacto,
Regresamos del bosque de luciérnagas,
Allí donde nos quemaron la piel y los huesos,
Pero olvidaron de quemarnos el alma.
Me he despertado de aquel recuerdo, amor,
Y en mi interior enardecido por los incendios,
Que vibra como se estremecía con tu mirada,
No puedo dejar de ver la línea discontinua
Del horizonte en llamas de sol y tierra sombría.
Amor, déjame encontrar el abrigo en tu fortaleza,
Dame la explicación a tantas cabalgatas de oro
Por llanuras mil veces transitadas en llanto y espera,
Mi alma se me aprieta como nudos marinos,
Dame tus besos de agualuna, quiero sentir que vivo.