CARLOS ALBERTO VALLE SÁNCHEZ
 
Un Canto a la Vida y al Amor
 
     
 
 
 
 
 
 

 
 
REFLEJOS
VIVENCIAS
 

A Los Arrieros

A Los Cabalgantes

A Los Hijos

A Tu Piel

Al Valle Del Río Penderisco

A Tus Ojos II

Acrostico a la Madre

Amores Del Nare

Bajo el Cielo

Besos

Cuando Era Niño

Déjà Vu

Dame Tus Manos

Disque, Pa Un Paisa: !Todo Es Arepa! (Retahila)

El Saludo De Un Paisa (Retahila)

Esplendor Terrenal

Esposa Y Madre

Gritos de Ciudad

Guatape

Ilusión Azul

La Biografía De Un Paisa (Retahila)

Lagrimas

Madre

No, No se decir Adios

Noche de Lujuria y Placer

Palabra Comunera

Silencio

Súplica, Al Ángel Del Amor

Te Extraño

Un Favor de Amor


A MI INFANCIA

Hace unos días fui niño,
No los días que piensa el corazón,
Si no los días que pesan con razón.

Es grato rememorar la infancia
Y traer los frágiles días
Que se doblegaron en la rudeza del tiempo.

Mis padres un par de chiquillos veinteañeros
Recibieron con agrado los pilluelos,
Nueve pequeñines que entre año y año
Surtieron el hogar, el hogar de su ensueño.

Angelicales picardías por doquier,
Travesuras infantiles a más no poder,
Escapes de casa como potrillos desbocados
Viviendo la vida con todo el placer.

Fue nuestra infancia un peregrinar por pueblos,
Un amigo aquí, un nuevo amigo allá,
Un paisaje hoy, una nueva aventura esperaba,
Una ilusión, un amor, una vida de pasión…

Cuantos pueblos, cuantas caras, cuantos mañanas
En Jericó el bobo “Macaco” nos la pagaba,
O Berta la loca, la profesora de primaria
Y por miedo, por las funerarias no pasábamos.

San Gabriel, aquel barrio alejado de Itagüí
En ese entonces retirado de Medellín,
Por pendientes calles en carros de rodillos
Cual bólidos formulares al peligro desafiamos.

La última generación que se bañó y disfrutó
La Santa Maria a los pies del Morro Manzanillo,
Único centinela de travesuras,  “delitos”  infantiles,
¡Ojo!, ¡No habrán!, Gritan... es el “tarro del terror”.

¡Muchachos traviesos! HP, nos Gritaban,
Cuando al abrir la puerta un regalo les esperaba,
Barro, mierda, orín y un sinnúmero de cochinadas,
Y de ñapa no aguantaban y venia la vomitada.

¡Vaya carreras! huyéndole al guarapazo con la escoba,
Y ahí de aquel que agarraran, azotes y hasta calabozo
Le esperaba, retornar a casa con las nalgas moradas,
Y si Papá o Mamá se enteraban ¡alistase para el castigo!

Támesis, pueblo de gratos recuerdos,
De travesuras y las primeras flechadas,
Allí continuamos más con las escapadas,
A ríos pletóricos de adrenalina y charcas.

El correr por sus diamantinas calles empedradas
Tejió en duros callos los frágiles cimientos;
Con caminos históricos plenos de enseñanza
Y entre chasco y chasco pasaron tres anuarios

Largas caminatas a la finca en Cristo Rey,
Primeros roces con arrieros, arrieros plenos,
Por el camino del Tacón, Dizque con espantos
Que buscamos así nos hiciéramos de miedo.

Fue un largo trajinar por caminos Tamésinos,
Y los caminos del Rayo, Tacón, Pescadero
Cristo Rey o Guayabal afilaron con denuedo
El alma, la putería y el empeño del arriero.

Mejinco, el mendigo del pueblo con su tarro en la mano,
Era medio ciego y cuantas veces con pantano llenamos
A Arturo “el plátano” le gritábamos y carrera echábamos,
Su enorme pene era la burla y temor nos tenía el bien dotado

Al “Robagallinas” el bobo del pueblo, madrazos y piedras
Sobraban si nos le acercábamos, - eche carrera hermano,
Nos tenía pillados, al pasar cerca sus pantalones bajábamos,
Era grosero con las mujeres y obscenidades les gritaba.

Fueron mis primeros trabajos en tiendas o graneros,
En carnicerías, embolador, carretillero o acólito,
Del Padre Silva en la principal iglesia del pueblo
No dormí esa noche, 3 AM en el parque fui primero.

No tenía reloj, ni despertador y una viva emoción
Que no cabía en el mundo, ni en el universo entero,
Vagar por las calles, un lunes, hasta el amanecer,
Contando eternos minutos y dormirme en el evangelio.

Viva ilusión tenía de servir a Cristo en el altar,
Pero la pubertad llega y con ella las mujeres a soñar,
Luciría, bella niña morena fue la primera doncella
Que a sus doce años, puso mi corazón a palpitar.

En medio de un joven e inocente corazón,
La primera pataleta por amor empezó a vibrar,
De Támesis, pueblo de múltiples encantos
A Santa Bárbara balcón de bellos paisajes.

Atentos escuchamos historias de canosos abuelos.
Que enriquecieron de nostalgias el corazón,
Mi padre un andariego como el más sutil arriero
Cargo la cruz del sacrificio conmigo a cuestas.

Enseño me  los caminos de mi Antioquia,
Logrando cultivar el amor por las arterias,
Donde vibró la sangre del sustento paisa
Y por tragadales dejo un pedazo de su alma.

Enseño me el valor de la prodiga tierra,
Y toco me compartir sus anhelados sueños,
Cultivar, cosechar y cargar el sustento familiar,
En medio de sus alegrías, tristezas y abandonos.

Así se apagó la niñez, así se esfumó la inocencia,
Una etapa más, cumplida de la gratificante vida,
Quizás los años más plenos ante nuestra vejez,
Historias para los hijos y nietos, historias del ayer.

¡Vaya!
¡Qué efímeros días acompañaron mi silencio!
Silencio de inocencias perdidas en el tiempo,
Silencio de platónicos e inocentes amores,
Con felinos besos, furtivos al firmamento.